martes, 27 de mayo de 2014

EL ASESINATO DE LA VIRGEN ROJA HILDEGART RODRIGUEZ


El 26 de Mayo se cumplieron 81 años de la muerte de Hildegart Rodriguez, asesinada por su propia madre.

El asesinato de la virgen roja Hildegart Rodríguez


Hildegart Rodríguez fue concebida para redimir al proletariado y al sexo femenino y se la programó debidamente para ello. Su madre, Aurora, había seleccionado cuidadosamente a un semental al que abandonó tras quedar embarazada.

Aquella hija prefabricada, fruto de una mente enferma, superó con creces los objetivos maternos. Niña prodigio, se convirtió en un referente intelectual de la época. Cumplidos los 18, reclamó su independencia.

Aurora Rodríguez Carballeira había planificado cuidadosamente su vida. Esta gallega nacida en El Ferrol se veía llamada a altas lides y decidida a conseguirlas, fuese cual fuese el precio. Soltera, culta y adinerada, deseaba por encima de todo ser madre. Debía concebir a una niña que le permitiese llevar a término cuanto a ella le había sido vetado. Su vástago acometería con éxito una singular hazaña: se erigiría como salvador de la humanidad. El fruto de su seno redimiría al sexo femenino y al proletariado, guiando a España a un nuevo orden social. Dominada por su delirio eugenésico, muy en boga en la época, evaluó durante años candidatos hasta que, contando ya 35 años, virgen e inexperta, seleccionó a su semental, un sacerdote de la Marina sano e inteligente, al que cameló y abandonó tras asegurarse de haber quedado embarazada. Sabedora de que su amante ocasional no reclamaría la paternidad, se mudó a Madrid.

El destino le sonrió y, según sus planes, alumbró allí a una niña el 9 de diciembre de 1914. Aurora ya tenía a su ‘muñeca de carne’ y desde ese mismo día inició su programación. Tal y como había planeado, le puso el nombre de ‘Hildegart’, en alemán ‘jardín de sabiduría’, y se entregó en cuerpo y alma a abonar su parcelita, asesorada por los mejores pedagogos que su acaudalado bolsillo le permitía financiar. La pequeña resultó ser superdotada: antes de los dos años ya sabía leer. A los cuatro, mecanografiaba; a los diez, hablaba alemán, inglés y francés. Y a los 11 años, impartía conferencias sobre sexualidad, materia sobre la que le había instruido su madre, y cómo no, feminismo. Esta ideología la defendería desde las filas del socialismo, en el que ingresaría a los 14 años, pese a las reticencias de la progenitora. Gran activista, defensora del aborto y de la educación libre e independiente, de la pena de muerte y la eugenesia, finalmente abandonaría su militancia criticando el ‘socialenchufismo’ y se afiliaría a las huestes del Partido Federal.

Con 15 años, Hildegart ya es una figura de prestigio internacional como sexóloga y experta en filosofía. Prolífica, para entonces ha escrito o tiene en proyecto libros como La rebeldía sexual de la juventud, en el que anima a sus coetáneos a disfrutar de la sexualidad con higiene y responsabilidad, Sexo y amor, La limitación de la prole, o El problema sexual tratado por una mujer española, que alcanzará la desorbitante cifra de venta de 8.000 ejemplares durante la primera semana de su edición y solo en Madrid (reeditado en 1977).

Aquella adolescente que, sabido es, ‘no ha conocido varón’, empieza a colaborar con Gregorio Marañón, también subyugado por la eugenesia, desde la secretaría en la fundación de la Liga Española por la Reforma Sexual, movimiento defensor de la vida sexual y la emancipación de la mujer, y continua escribiendo y colaborando con dos diarios, La Tierra y El socialista, desde cuyas páginas pregona sus avanzadas ideas. La obra de Hildegart, ya abogada, pronto la convierte en un referente a nivel europeo y el reconocimiento de las figuras más representativas en la materia no se hace esperar. Todos querían contactar con la eminente jovencita española que, desde su confesa inexperiencia sexual, acertaba a opinar sobre temas de tal envergadura tan sabiamente. Hildegart mantiene correspondencia con lo más granado de la vanguardia en la materia: Havelock Ellis, quien la bautizaría como ‘La Virgen Roja’ maravillado por su desparpajo y su avanzado ideario, o H. G. Wells, a quien guiaría en una visita a Madrid conquistándolo con su conocimiento y sus escritos hasta el punto de querer convertirla en su colaboradora en Londres en pos de una honrosa huida del yugo materno, ya vox populi.

Pero la jovencita empezó a dejar de serlo y su madre empezó a percibirlo. Cuando su muñequita de carne quiso dejar su casita para vivir solita, Aurora no pudo soportarlo.

Hildegart había sido educada para ser una mujer fuerte, libre y en consecuencia independiente, y un buen día tomó plena conciencia de ello, y decidió abandonar el nido. Parece ser, además, que había despertado a la existencia del sexo opuesto, vetado por su madre: ‘Las mujeres… no discurren con la cabeza, sino con el sexo… acaso por ello tenga tan mal concepto de ellas…’.

Sea como fuere, Aurora empezó a ver fantasmas por doquier. Arrancó el teléfono y la recluyó en la vivienda, creyendo interesada a su hija en dos hombres: un escultor que estaba realizando un busto de su persona y un compañero de partido, al tiempo que la correspondencia con el extranjero le sugería un posible secuestro o un deseo de abandonar el país. Atisbando un posible abandono, su mente trastornada empezó a elucubrar. Perdió la razón enfrentándose a Hildegart, y al descubrir desalentada la determinación y rebeldía de su Pigmalión determinó suicidarse.

Subió un día a la azotea de su piso sito en la madrileña calle Galileo y probó su arma disparando un tiro al aire. Contaba ya con los medios.

Pero la situación empeoró y madre e hija discutían cada día con mayor crudeza. Hasta que la paranoia dominó la mente de Aurora y un buen día no pudo soportarlo más. Desesperada decidió acabar con su problema.

Sobre las ocho de la mañana del 26 de mayo de 1933, envió a su criada a pasear a sus perros y una vez hubo ésta abandonado la vivienda, se dirigió al dormitorio de Hildegart donde yacía aún dormida y le disparó a cuatro tiros a bocajarro, tres en la cabeza y uno en el corazón, que acabaron instantáneamente con su vida.

A continuación abandonó la vivienda, deteniéndose a indicar a la portera que urgiese a la criada, a volver al piso al retorno de su paseo con los animales. Ella se fue al domicilio de un diputado, el señor Botella Asensi. El plan estaba fríamente calculado. Este, tras escuchar el relato de los hechos, le aconsejó entregarse a la justicia. Ya en el Juzgado de Guardia, la parricida confesó su crimen, declarándose culpable desde el primer momento.

El cadáver de la desafortunada Hildegart fue expuesto en el Centro Federal, sede de su partido. El crimen convulsionó a la opinión pública de la época. La derecha culpó a las ideas del feminismo radical defendido por ambas, mientras España se convertía en foco de atención de Europa.

El experimento eugenésico había hallado un trágico fin. Aurora, como Saturno, había acabado con la vida de su hija, una superniña programada y bárbaramente concebida para su solaz.

Condenada a 30 años de reclusión mayor, acabaría sus días en el manicomio de Ciempozuelos con un diagnóstico de esquizofrenia paranoide. En sus salas consumiría sus días confeccionando muñecas de trapo de infantil apariencia, una trágica analogía. Allí sobreviría a la Guerra Civil y allí fallecería en 1956. Tenía 76 años.

Mi hija es mi obra’, había replicado en su día a un periodista. Su obra la superó y los celos o el temor a perderla la llevaron a la locura. Y Hildegart, la pobre muñeca de carne que nunca recibió caricias, murió a manos de su madre, que no supo dejarla ir.
Artículo de Hemeroteca de La Vanguardia.


sábado, 17 de mayo de 2014

Niño Abusado Por Sus Compañeros Por Tener Dos Madres Y Su Cabello Largo.

Caine Smith es un estudiante de 11 años que es acosado y sufre bullying por parte de sus compañeros de colegio. Ha sido golpeado, encerrado en el baño, e insultado de forma cruel, solo por tener dos madres lesbianas y usar el cabello más largo. En vez de esconderse, este valiente joven se levantó y saco las voz por quienes no se atreven a hablar.